sábado, 5 de octubre de 2013

BlaBlaBla

A pesar de que tengo dos entradas empezadas, las cuales quiero terminar y publicar para que sean decentes, hoy vengo con otra cara a escribir aquí en mi sitio particular de Internet. Si has tenido la desgracia de haber leído todo lo que he publicado, sabrás que me dirijo a ti como Nadie, por eso de que no tengo visitas en absoluto. Habrá un día en que Alguien se tope con esta página y se aburra tanto que lea. Y con suerte sentirá nostalgia al ver mi entrada sobre la moda skater de los 90. De momento me conformo con intentar encontrar las palabras adecuadas para explicar mis días. 

Muchas veces te encuentras con una sensación, o con una idea, y no eres capaz de explicarla como realmente la estás viviendo. Entonces, o al menos en mi caso, ya sea por azar o por perseverancia, acabas por encontrar una canción, una película, una foto o un libro que expresan sensaciones e ideas muy parecidas a las tuyas, las aceptas y te identificas con ellas, y acabas pensando que ese libro/foto/canción/película forma parte de ti. Pero eso es imposible. No hay forma lógica ni material de que esa "cosa" forme parte de ti. Porque esa cosa te precede, esa cosa existía mucho antes de entrar en contacto contigo. En definitiva, en el mejor de los casos, al identificarte con esa "cosa" u "objeto" (usando la terminología de Latour, disculpen por mi deformación estudiantil), acabas tú formando parte de ese objeto, y de esa idea o sensación que otra persona quiso transmitir en otro momento y en otra situación, puede que incluso en una circunstancia diametralmente opuesta a la que tú viviste cuando te encontraste con esa sensación o esa idea. 

Es posible que esto sea difícil de creer (y mucho más probable que sea difícil de entender, de la manera en la que quiero transmitirlo), pero incluso ésta misma idea que yo transmito en este momento no es más que una consecuencia o adaptación de la propia idea de la hibridación y los cuasi-objetos del antes citado Bruno Latour. Al hilo de este personaje, que sigue activo en la sociología teórica contemporánea, recuerdo que intenté explicarle esta idea a un buen amigo mío. Tardé en conseguir explicarlo bien, tardó en comprenderme, y, finalmente, me dijo que no le encontraba utilidad a la explicación en sí misma de estas cuestiones. Obviamente Bruno Latour tiene mucho más oficio que yo y su retórica es más exacta, pero aun así me sorprendieron mucho sus palabras. No en un mal sentido, sino más bien en la idea general de que existan muchas personas que no le encuentren utilidad a estos pensamientos. No lo había pensado, pero es cierto. La mayoría de las personas encuentran inútiles las cosas que hacemos los sociólogos, siempre y cuando no sean temas de ahorro u optimización económica o política ¿Significa eso que no sirve para nada seguir con ello?¿Deberíamos dejar de intentarlo? No, incorrecto. Es más, debería ser un factor de motivación extra. No me refiero a la sociología, sino a todo en general. Todas las ideas y sensaciones que queremos transmitir de alguna forma se quedan en la nada si no intentamos transmitirlas. 

Aquella famosa cita de Yoda en la que se sugiere que no existen los intentos ("There is no try") ha calado de la forma errónea en nosotros. Sólo existe el intento, el intento fallido precede al intento exitoso, o así debería ser por siempre. Aprendemos de los fallos, y si no lo haces, es que no has aprendido nada de la vida en absoluto. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario