miércoles, 10 de julio de 2013

Púrpura

Siento las veladas y suaves caricias, casi secretas, que me ofrece este tiempo tan inusual de julio. Sobre la línea de fuga a la izquierda se yerguen los edificios de viviendas, como fondo un tapiz rosado cuyos reflejos naranjas y sombras azules resultan casi artificiales. El contraste entre lo humano y el resto del espacio se torna más enrevesado, al ritmo que marca el cepillo de una dama sin rostro sobre sus crines. Es obsesivo.

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